Los episodios depresivos pueden ser leves, moderados o severos. Los síntomas incluyen:

  • bajo estado de ánimo (distimia)
  • actividad activa o volitiva reducida (hipobulia)
  • el proceso de pensamiento deterioriado

Los clientes sufren de una capacidad disminuida o perdida para disfrutar del placer, así como de cambios en los intereses y la concentración. Por lo general, se produce fatiga, incluso después de un esfuerzo mínimo. El sueño está alterado, el apetito es reducido. Se caracteriza por una baja autoestima y una menor confianza en sí mismo. La libido y el peso corporal disminuyen.

La terapia cognitivo-conductual surge de la búsqueda de su creador Aaron Beck para encontrar una mejor solución que las prácticas psiquiátricas en el tratamiento de la depresión. Él mismo, como psiquiatra, se da cuenta de que un cambio en el pensamiento conduce a un cambio en el estado de ánimo y tiene un efecto más duradero que la medicación.

Hoy en día, la depresión sigue siendo un diagnóstico psiquiátrico y en la mayoría de los casos requiere consulta con un médico. Los cambios bioquímicos en el cuerpo durante los episodios depresivos son claros, y existen prácticas indiscutibles que, por protocolo, recomiendan la prescripción simultánea y la terapia cognitivo-conductual.

La primera sesión evalúa y formula el caso, generalmente el trabajo toma 12 sesiones que tienen como objetivo pasar de la activación conductual a la reconstrucción cognitiva de los pensamientos desadaptativos.